jueves, 11 de julio de 2013

Princesa, no llores...



El la hizo la princesa de todo su reino. La pequeña princesita, un rollito de primavera, la rata peluda, pero ante todo, su amada princesa, alqo que ella siempre supo. Él le dio todo su reino en todo momento y aunque rey gruñón, rey con corazón; ella también lo sabía. Pero a veces los reyes no pueden quedarse durante todo su reinado y, poco a poco, la princesa fue perdiendo a su rey, lenta pero rápidamente, hasta que decidió que ya era la hora, así que se subió al tren y, sin mirar atrás, se fue.
Pobre princesa, solo tenia lagrimas. Se quedó con su soledad y con todos sus recuerdos, recuerdos lejanos, como aquellos odiosos biberones de galletas que se le quedaron marcados cuando era bien pequeña, recuerdos de frases, como "papá lo cura todo", recuerdos de abrazos, de momentos graciosos y otros que quizá no lo fueron tanto, mil conversaciones, pero también malos recuerdos de "te quieros" que nunca se dijeron por ese maldito "ya se lo diré mañana", la sensación de haberse rendido y de haberle abandonado... Pero sobre todos ellos, guardaría uno en su más preciado cofrecito de oro, el recuerdo de aquel último beso en la habitación.

"Mi querido rey, mi querido papá, me habría gustado poder detenerte. Juro que te quería a mi lado, porque, ¿sabes?, es muy difícil tener que convertirme en la reina de todo tan de repente. Yo solo quería seguir siendo tu princesa durante mucho más tiempo, que luchases con todas aquellas bestias y criaturas que me asustaban tanto en la noche como por el día, no quiero ser princesa sin rey. Nos quedaban muchos bailes por bailar, muchas cosas de que hablar y muchas otras por enseñarme... Se que fui egoísta muchas veces y, lamentablemente, solo vemos ese egoísmo cuando no podemos cambiar nada. Por esto y por todas las veces que te lo hice pasar mal, te pido perdón. Me habría gustado decirte que siempre fuiste el mejor, que se que me querías y que siempre voy a quererte. 
Pero tu tren no esperó a nadie y tampoco me escuchó suplicar, así que me vestí con la mejor sonrisa que pude y sostuve tu mano hasta el último momento, porque, papá, pese a lo orgulloso que siempre has sido, se que no querías quedarte solo. Así que el tren empezó a moverse lentamente, cada vez más rápido, hasta que tu mano me soltó y finalmente, te vi partir.
Mi querido rey, mi querido papá, te voy a echar mucho de menos."

Y así, la pequeña princesa (aunque ya grande) se despide de su amado rey sin saber si esta carta llegará a su destino, sin saber si él la recibirá algún día, pero no con un adiós, si no con un hasta luego, porque nunca le gustaron las despedidas y sabiendo que, cualquiera que fuese su parada, algún día ella también cogería ese tren y volverían a encontrarse.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Aiiiisss Princesa, siento esta entrada más que ninguna otra. Me has estremecido desde la primera hasta la última palabra, se me saltan las lágrimas. Y, aunque hay dolor en ella, también hay verdad, y sueños, y belleza...una belleza real. Yo hace poco (apenas 2 años) también perdí a "mi rey Arturo" y tuve que convertirme de golpe en esa "Emperatriz Infantil" que él siempre vio en mí. Por eso sé que no es fácil hacerlo sola...pero no lo estás, no estás sola... quiero que lo sepas...tú NUNCA estarás sola :)
Seguro que le llegan estas palabras, los seres mágicos no entienden de fronteras. Sabía que le querías, aunque no se lo dijeras siempre, como tú sabías que sería un hasta luego y no un adiós. Llora si quieres Princesa, no es malo echar de menos de vez en cuando...yo te echaba de menos :)
Sé que no hay palabras para esto, tampoco consuelo (sé que quién no ha pasado por esto no puede ni imaginarse lo duro que es)...por eso te mando el abrazo más grande del universo Princesa, para que te envuelva y te proteja hasta que pase la tormenta.
Te quiero mucho.