Echar la mirada hacia atrás y darme cuenta de que has endulzado todos y cada uno de mis recuerdos aunque no estés en ellos, aunque no te pertenezcan, pero así eres, dulce, cariñoso, atento, capaz de llevarte todas esas malas sensaciones que siempre han invadido todos y cada uno de los rincones que me componen, que me hacían ser yo o ser algo que no me gustaba. Ya sabes, sigo siendo esa niña asustadiza, a la que le cuesta confiar, esa niña que se aferró a ti porque irradiabas calidez, porque a tu lado siempre descubría colores nuevos y me sentía segura, tanto que nunca te solté del todo aunque no lo veas igual que yo, y es que cuando me paro a pensarlo, conoces cosas de mi que ni yo misma sabia que eran así, sabes interpretar a la perfección hasta la más pequeña de mis expresiones o miradas, me das todo el cariño que siempre he anhelado sin necesidad de pedírtelo y no tengo miedo de dejarte ver lo que soy, no tengo esa necesidad de ocultarme por inseguridad, porque a tu lado me siento completamente tranquila, completamente en paz, completamente yo. Y es que con cada caricia, con cada beso, con cada mirada me demuestras que estás ahí para mi, que no tengo nada que temer, que no das esperando recibir algo a cambio, que simplemente me quieres y me faltan palabras para agradecerte todo lo que haces por mi sin darte cuenta, me faltan palabras para decirte todo lo que siento por ti y aunque a veces creo encontrarlas, llegan tarde porque cada día crece más, porque cada día estás más dentro de mi, ordenándolo todo, poco a poco, dejándolo cada cosa en su lugar para demostrarme que no tengo porque ir cinco pasos por delante esperando a que algo salga mal, que no vas a hacerme daño. Así que aquí me tienes, dispuesta a dejar que conozcas hasta el último de mis rincones, dispuesta a darte todo porque te lo mereces, porque te quiero.
(Lo prometido es deuda)
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