martes, 28 de diciembre de 2010

El elefante encadenado.



Ahora soy yo la que siente sus cadenas.

Se me escapa de las manos o quizá es que nunca estuvo entre ellas y todo fue producto de mi imaginación.
Se me escapa de las manos y no se en que dirección salir corriendo porque siempre va mas rápido que yo.
Se me escapa y no se como pararlo.
Se me escapa de las manos, cada palabra, cada intento, cada paciencia, cada demostración, cada sentimiento.
Se me escapa de las manos, pero es que de mis ojos también se escapan lágrimas que ya no se como contener.
Se me escapa de las manos y también se me escapa la fuerza, las energías, las ganas, el entusiasmo...
Que se escapan, con todo, mis ganas de seguir luchando, mis sueños y mis alegrías, porque empiezo a sumergirme en el autoconsuelo de que nunca existió, de que todo volverá a su cauce, río desbordado.
Es que realmente se me está escapando y no se como agarrarlo.
Se me escapa de las manos y mis manos también se escapan.

Y me siento como aquel pequeño elefante encadenado, "no puedo, no puedo y nunca podré". Así que me visto con mi mejor sonrisa, con mis mejores ánimos y le planto cara al mundo, pero terminan escapándose, como ahora. Parece que todo esto no es nuevo y solo ha sido por un tiempo, que vuelvo a necesitar sumergirme en sueños para poder escaparme yo también, pero de la realidad.

Se me está escapando todo de las manos y me preparo para la despedida, porque es lo único que siempre he conocido.

miércoles, 1 de diciembre de 2010