lunes, 25 de octubre de 2010

Vida.

No se si ya publiqué este texto, obviamente lo digo porque no es mio, lo encontré por casualidad un día y me encantó, por eso quería compartirlo aquí.



Si tuviera un momento para poder hablar, se de sobra todo lo que diría.
Si tuviera un momento para cambiar algunas cosas, seguro que no cambiaría la mayoría de las vividas hasta ahora.
Nunca me arrepiento de lo que digo ni lo que hago. Siempre se actúa de una manera por alguna razón, todos sabemos que lo que hacemos, en el momento y lugar que sea, es porque nos apetece... ¿o a caso no somos seres humanos y podemos optar a elegir en algunas situaciones lo que queremos o no hacer?
Nunca escribiré sobre palabras ya escritas. Nunca borraré recuerdos, porque todos pertenecen a quien soy y me hacen como soy, y a pesar de todo... Es lo que me hace especial y distinta al resto de personas, como ocurre con cada uno de nosotros.
¿Errores? A montones. Los cometo a diario, y no por ello soy peor persona, pero errar es de sabios, y de muchos de ellos aprendo día a día para luego no volver a cometerlos.
No me gusta juzgar ni que me juzguen.
No me gusta que nieguen el derecho a replica.
No me gusta que me engañen.
No me gusta que me diga alguien que me quiere... Si luego no es verdad.
El orgullo, los prejucios y la falta de honestidad no son buenos consejeros.
Si tuviera la forma de utilizar mi verdad sin haber dañado a muchas personas por ello, lo haría, con los ojos cerrados y sin pensarmelo dos veces, pero las verdades duelen a veces y mucho...
Pero es cierto también, que la persona que te ha hecho caer con la verdad, puede que al final sea la que te tienda su mano y cure tus heridas.
No quiero a nadie que me venda un mundo perfecto y una realidad incoherente, ni principes con caballos, ni sapos disfrazados.
No quiero que nadie me cuente historias falsas escritas sobre el amor o lo que sea, y que me ilumine con sueños manoseados.
No.
No quiero volver a creerme cuentos infantiles que vengan de nadie porque ya no creo ni en caperucita, ni en el lobo, ni en los tres cerditos...
Hay que mirar lo que se tiene delante.
Hay que saber valorar lo que la gente te aporta, y lo que hacen por tí.
Y a veces, hay que ser un poquito humilde y comprender que las cosas nunca serán como una quiera que sea y que nadie va a bailar al son que tú le cantes.
Hay que dejar que la vida te sorprenda, hay que dejar que las personas actúen a su tiempo... Porque a veces, muy de vez en cuando la gente puede darte una grata sorpresa… Sí, de vez en cuando la gente te deja sin respiración.