sábado, 31 de agosto de 2013

Algo ha cambiado


Si me preguntas que si ha cambiado algo desde tu partida, sin ningún tipo de duda te diré que sí. No es que yo haya cambiado, yo sigo siendo yo, pero dentro de mi algo se ha perdido. Ya no veo las cosas de la misma manera, tal vez las vea desde más arriba, otra perspectiva que lo llaman y puede que con el tiempo aprenda a volver a verlas como antes, pero no lo creo. Es como si los colores que siempre han estado a mi alrededor hubieran cambiado, les faltara vitalidad por decirlo de alguna manera, como si mis sentimientos, quizá no todos, estuvieran nublados en algunas ocasiones, como ahogados.

¿Cómo describírtelo?

Yo sigo siendo yo, sí, pero a la vez he dejado de ser yo, algo así como cuando Peter Pan perdió su sombra, solo que el pudo recuperarla y yo no se que es lo que se ha perdido de mi para poder ir a buscarlo; tal vez podrías entenderlo si te dijera que es una sensación de vacío, pero tampoco seria del todo cierto pues se que hay gente a mi lado, pero sí seria correcto decirte que no se con que llenar todo el tiempo que me has dejado, todo lo que eras tu dentro de mi sufre constantemente.

Si me preguntas ahora mismo que si ha cambiado algo, te diré que ya no veo la vida de la misma manera, la siento más cruel, supongo que más real seria lo correcto y muchos de mis sueños han cambiado porque ya no estarás en ellos. 

Te diré también, si me preguntas, que he cambiado todos mis miedos, ya no le temo a la oscuridad, pues me imagino que te escondes en ella para consolarme y tampoco me asusta la soledad, porque, sea como sea, estarás a mi lado intentado ayudarme. Así pues, he de confesarte que lo que más me aterra desde tu partida es que el día que me toque subir a ese tren, el día en que llegue a tu parada y me baje con los brazos abiertos para recibirte, tu no estés ahí, no estés... 

Mi mayor temor es saber que no tendré una segunda oportunidad contigo papá. Pero también te diría que, pese a mis errores y a los tuyos también, siempre serás el mejor padre que una hija pueda tener.

Si me preguntas que si ha cambiado algo desde tu partida mi querido papá, sin ningún tipo de duda te diré que sí, pues la princesa se quedo sin su amado rey, "una especie de renuncia forzada a algo que preferiría haber seguido teniendo por más tiempo".



viernes, 26 de julio de 2013

No te haces ni la mas mínima idea

Y de repente encontré a la pequeña princesa llorando bajo un árbol, con las piernas recogidas y la cabeza entre los brazos, con aquel precioso vestido mojado en lágrimas amargas. Estaba descubriendo lo que significa "echar de menos". Si, es cierto que en muchas ocasiones se había distanciado de personas a las que añoró intensamente, pero esto era totalmente nuevo, totalmente desolador.
Me acerqué a ella con temor, pues no sabia si mi presencia podría molestarle de algún modo. Para mi sorpresa, ella levantó la cabeza y me miró fijamente entre lágrimas con aquellos ojos que reflejaban la mas grande de las desesperaciones. Mi pobre princesita...

"¿Sabes? Crees que entiendes lo que el término "echar de menos" puede significar, crees que lo has sentido en toda su esencia, pero, de repente, alguien a quien amas y que siempre ha estado ahí tiene que irse, pero no con retorno, tiene que dejarte para no volver y desaparece toda posibilidad de reencuentro. Al principio no lo comprendes, crees que puede haber algún tipo de error, algún modo de volver a veros, de poder abrazarle una vez mas si es que eso es posible, pero, la verdad es que van pasando los días y a cada uno que pasa, el dolor se vuelve mas intenso, mas fuerte, mas pesado, como si te consumiera por dentro. Empiezas a sentir un vacío descontrolado, te sientes perdido, desubicado por completo y te das cuenta de que esa persona ya nunca va a volver, que no podrás escuchar de nuevo su voz ni su risa, que no volverá a llamarte "princesa", que a su manera no volverá a decirte "te quiero"... Y es algo que no se va a curar, que no va a desaparecer como muchas otras cosas, es algo que vas a llevar siempre dentro, un nudo en la garganta constante como una amenaza al llanto, pero no hay consuelo posible.
Te acuestas todas las noches deseando ardientemente que al despertar todo haya sido una terrible pesadilla, una estúpida broma jugada por tu subconsciente y lo deseas hasta tal punto que ya ni consigues dormir, porque la única verdad es que, al despertar, el se habrá ido, que seguirá sin estar contigo y que ya no te quedan momentos a su lado... Esa es la única verdad... no te haces la mas mínima idea de todo el dolor que conlleva."

Mi pequeña princesa, ojala tuviera esa poción mágica para borrar todo el dolor que guardas o, al menos, calmarte por las noches, pero tuvo que irse y no podemos hacer que vuelva...

"Querido rey, mi querido papa, como ves, no se me da nada bien echarte de menos..."

jueves, 11 de julio de 2013

Princesa, no llores...



El la hizo la princesa de todo su reino. La pequeña princesita, un rollito de primavera, la rata peluda, pero ante todo, su amada princesa, alqo que ella siempre supo. Él le dio todo su reino en todo momento y aunque rey gruñón, rey con corazón; ella también lo sabía. Pero a veces los reyes no pueden quedarse durante todo su reinado y, poco a poco, la princesa fue perdiendo a su rey, lenta pero rápidamente, hasta que decidió que ya era la hora, así que se subió al tren y, sin mirar atrás, se fue.
Pobre princesa, solo tenia lagrimas. Se quedó con su soledad y con todos sus recuerdos, recuerdos lejanos, como aquellos odiosos biberones de galletas que se le quedaron marcados cuando era bien pequeña, recuerdos de frases, como "papá lo cura todo", recuerdos de abrazos, de momentos graciosos y otros que quizá no lo fueron tanto, mil conversaciones, pero también malos recuerdos de "te quieros" que nunca se dijeron por ese maldito "ya se lo diré mañana", la sensación de haberse rendido y de haberle abandonado... Pero sobre todos ellos, guardaría uno en su más preciado cofrecito de oro, el recuerdo de aquel último beso en la habitación.

"Mi querido rey, mi querido papá, me habría gustado poder detenerte. Juro que te quería a mi lado, porque, ¿sabes?, es muy difícil tener que convertirme en la reina de todo tan de repente. Yo solo quería seguir siendo tu princesa durante mucho más tiempo, que luchases con todas aquellas bestias y criaturas que me asustaban tanto en la noche como por el día, no quiero ser princesa sin rey. Nos quedaban muchos bailes por bailar, muchas cosas de que hablar y muchas otras por enseñarme... Se que fui egoísta muchas veces y, lamentablemente, solo vemos ese egoísmo cuando no podemos cambiar nada. Por esto y por todas las veces que te lo hice pasar mal, te pido perdón. Me habría gustado decirte que siempre fuiste el mejor, que se que me querías y que siempre voy a quererte. 
Pero tu tren no esperó a nadie y tampoco me escuchó suplicar, así que me vestí con la mejor sonrisa que pude y sostuve tu mano hasta el último momento, porque, papá, pese a lo orgulloso que siempre has sido, se que no querías quedarte solo. Así que el tren empezó a moverse lentamente, cada vez más rápido, hasta que tu mano me soltó y finalmente, te vi partir.
Mi querido rey, mi querido papá, te voy a echar mucho de menos."

Y así, la pequeña princesa (aunque ya grande) se despide de su amado rey sin saber si esta carta llegará a su destino, sin saber si él la recibirá algún día, pero no con un adiós, si no con un hasta luego, porque nunca le gustaron las despedidas y sabiendo que, cualquiera que fuese su parada, algún día ella también cogería ese tren y volverían a encontrarse.